A la Revolución Pacífica la amenazan
peligros inéditos, surgen del camino que pocas sociedades se han propuesto. En ella se
convive con el enemigo, a cada paso surge el pasado seduciendo con la
tranquilidad de lo conocido, el riesgo de lo nuevo espanta. El
crecimiento bajo la lógica de la burguesía le impone una peligrosa carga de
confusión, el peligro de extraviar el camino es inmenso.
Uno
de estos equívocos, quizá el más importante, es pensar en construir Socialismo
con las armas melladas del capitalismo, o el absurdo de poner en manos de los
capitalistas la edificación del socialismo. Por allí terminaremos siendo
eficaces administradores… del capitalismo.
Si
consideramos las formas capitalistas de manera cándida y las consideramos
simplemente una manera de producir y más nada, será difícil detectar y comprender
la amenaza de muerte que para el socialismo ellas significan. Veamos.
La
producción capitalista, para desenvolverse a plenitud, necesita una serie de
condiciones: un mercado en el cual trocar por dinero sus mercancías portadoras
del trabajo robado a los obreros y precisa que esa mercancía sea comprada. Para
esto crea necesidades ficticias a través de poderosos sistemas que ellos llaman
de comunicación y, en realidad, son aparatos de manipulación de la voluntad.
El
fruto del trabajo en el capitalismo no pertenece a la sociedad, pertenece al
capitalista. Su producción será eficaz en la medida que beneficie al
capitalista, ese es su objetivo: producirá lo que dé ganancia, acaparará si lo
beneficia y venderá donde mejor le paguen... Y tumbará gobiernos que se opongan
a su crecimiento. Es un costoso error pretender controlarlo, sólo se puede
superar.
La
producción capitalista de la "inocente" bolsita de harina pan que
yace en los anaqueles, además de contener el ingrediente de la arepa, esconde
los ingredientes básicos para empobrecer a la sociedad y llenarla de oprobio.
Allí, en el casto saquito producido en el capitalismo están contenidos siglos
de tristezas, de vidas desperdiciadas por sostener los privilegios de unos
pocos y la miseria material y espiritual de muchos, allí está condensado el
sudor de muchos y el aprovechamiento de unos pocos.
Alrededor
del saquito danza la manipulación de almas perpetrada por la propaganda, que
transforma una simple ausencia temporal en los anaqueles en una catástrofe nacional,
hace que seamos capaces, tal como Esaú, de cambiar la progenitura, de entregar
a la Revolución por un saquito amarillo, que nos incapacita para sustituirlo
por trigo o plátano verde.
En
resumen, estimular a los capitalistas es fortalecer el sistema enemigo del
Socialismo y, por supuesto, enemigo del gobierno
que lo impulsa. Es contribuir a instalarlo en el alma de las masas y también
estimular su lógica, y eso se traduce en las elecciones.
Es
así, cuando los voceros nuestros nos hablan de estímulo a los capitalistas, de
aumento de la producción capitalista, nosotros no podemos alegrarnos. Sabemos
que más allá de las buenas intenciones estamos alimentando a los verdugos de la
Revolución , inexplicablemente le estamos regalando la soga para que nos ahorquen.
¡Con
Chávez, con Maduro! ¡Socialismo sin capitalismo!FUENTE: http://ungranodemaiz.blogspot.com/2013/05/administrar-al-capitalismo-viernes-17.html
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